lunes, 13 de febrero de 2017

El culto al dictador

Porfirio Díaz es uno de los personajes más importantes de la historia de nuestro país. Tanto así que un periodo histórico lleva su nombre: ‘El Porfiriato’. Un periodo de 30 años en los que hubo una dictadura férrea, asesina, anti democrática y que finalmente desencadenó la sangrienta revolución mexicana.

La historia se encargaría de poner a Díaz en el lugar que merece. Como un hombre que trajo ‘progreso’ al país, pero usando el miedo, el asesinato, el fraude, la intimidación y un sin número de artimañas.

Siempre que se habla del progreso del Porfiriato se recurre al tren. El mayor logro de su gobierno fue construir una infraestructura ferroviaria que impulsaba a México a la modernización y la industrialización. Pero nada más. La producción nacional se concentró en unas pocas manos nacionales y otras tantas extranjeras, poniendo al trabajador mexicana en condiciones de esclavitud.

Sin embargo, en los últimos años se ha intentado sacar al dictador del basurero de la historia y ponerlo a la par de otras figuras históricas como Madero o Juárez. Una especie de revisión histórica que busca exaltar sus logros y minimizar su barbarie.

Desde revisiones académicas que buscan darle otro punto de vista a ese infame, pero importante momento histórico del país, hasta publicaciones en redes sociales que hablan de que México necesita a un ‘Don Porfirio’ para que haya paz y tranquilidad…

Me parece una práctica adecuada el querer develar muchos misterios y derribar mitos sobre este personaje, pero querer ponerlo en una posición diferente a la de un dictador es, desde mi punto de vista, peligroso. ¿Por qué? Porque Porfirio Díaz representa esa dictadura perfecta, donde existía paz y estabilidad, a cambio de sumisión social y política. Donde la economía crecía, pero la riqueza quedaba en manos de unos pocos, los mismos pocos de siempre. Porque es repugnante la idea de una paz basada en el miedo, como la antigua idea de que el narco traía estabilidad y progreso, siempre y cuando no te metieras con ellos.


La historia ha puesto a Porfirio Díaz en el lugar que merece, tratar de justificar lo que hizo en nombre de la ‘paz y progreso’ es sencillamente cerrar los ojos y ponernos una pistola en la cabeza. Porque si no aprendemos de la historia, estaremos condenados a repetirla, como lo hemos hecho durante más de doscientos años de vida independiente…

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