miércoles, 10 de mayo de 2017

Don’t stop the party!

En la semana el diario Milenio publicó un reportaje en donde se ve a un narcotraficante conocido como ‘Don Chelo’, organizando una gran fiesta nada más y nada menos que en el penal en donde se encuentra recluido desde hace varios años.


En el reportaje, que realmente proviene del video de dicha fiesta, se puede ver a los ‘asistentes’ disfrutar de comida, bebida y hasta un grupo de banda en vivo.

Como era de esperarse, las investigaciones acaban de empezar porque, como siempre, ninguna autoridad estaba enterada de lo sucedido.

Este reportaje, sumado a otro de Imagen Televisión evidenciando la forma en la que operan los internos del reclusorio norte de la Ciudad de México, nos muestran la forma en la que se manejan las cárceles en nuestro país. Lugares sin ley, en donde la droga fluye a raudales, la extorsión se da a plena luz del día y donde los que gobiernan, no son el estado, sino los mismos reclusos, siempre coludidos con las autoridades.


De poco sirven los discursos sobre seguridad, detenciones, decomisos, si al final los detenidos seguirán haciendo de las suyas, delinquiendo y haciendo lo que les venga en gana, pero ahora con una cama y tres comidas al día financiada por el gobierno mexicano.

Al final, el estado de las cárceles en México es un reflejo de nuestras autoridades y es un claro ejemplo del estado fallido en el que día a día seguimos viviendo. Porque, si el estado es incapaz de mantener el orden en un espacio completamente confinado, donde tiene todo el control y el poder, entonces en qué áreas de la vida del país tiene un completo orden y fuerza. Porque, como ya vimos, las cárceles son todo, menos centros de readaptación social.

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