Seis meses después de darse a la fuga, el ex gobernador de
Veracruz, el PRIista Javier Duarte, fue detenido en Guatemala por la PGR y la policía
de aquel país.
Duarte es parte de esa camada de políticos que ha hecho más
descarado que nunca el robo, el saqueo, la impunidad y la complicidad.
Defendido en su momento, de repente a sus amigos se les
olvidó la amistad y aquellos que lo arroparon y defendieron, ahora celebran su
detención. Patética la forma en la que políticos de la oposición salen a hablar
sobre esta situación y más patética la forma en la que Priistas salen a hablar.
Todos buscando raja política o salir lo menos embarrados posible.
No sobran las sospechas de un juego político absurdo, en
donde el PRI gobierno, desesperado por no perder el Estado de México, hará lo
que sea y sacrificará lo que sea y a quien sea con tal de seguir vivo para el
2018. No hay pruebas de tal juego, pero sí muchas preguntas ¿por qué se le dio
tiempo a Duarte para escapar? ¿Por qué nadie hizo nada por tantas denuncias en
su contra cuando aún era gobernador?
Si eres de los que cree que la telenovela finalmente llegó a
su fin estás equivocado. Falta aún el regreso de este personaje al país, el juicio,
los interminables amparos, los jueces mexicanos y un largo y patético etcétera.
Por lo pronto Duarte es sólo uno de tantos personajes
mexicanos que vive de la corrupción y la impunidad de este país.
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