El robo de combustible en México es un delito que le cuesta al país
entre 15 mil y 20 mil millones de pesos cada año. Si bien este era un delito
con altas implicaciones económicas, políticas y sociales, no es sino hasta hace
pocos días que el tema alcanzó proporciones de tragedia.
Esto después de que 4 militares fueron asesinados en un enfrentamiento,
en el cual murieron otros 6 civiles. Este enfrentamiento fue provocado por los ‘Huachicoleros’,
una célula del crimen organizado dedicado al robo de gasolina.
El robo de gasolina es un crimen especialmente complejo, ya que
requiere de la intervención de muchos factores, desde el crimen organizado,
pasando por personal de PEMEX y hasta pobladores de las zonas donde se hace el
robo.
Primero que nada, el crimen organizado encontró una actividad en donde
el costo es bajo y la ganancia es alta. Después tenemos al personal de PEMEX
que está claramente involucrado, ya que es absurdo pensar que un montón de
criminales analfabetas tienen la capacidad intelectual y técnica para perforar
un ducto y no hacer volar la mitad del lugar. Las autoridades locales también
se ven involucradas ya que son decenas de pipas las que transitan a diario con
gasolina robada y curiosamente nunca son detenido. Y finalmente los habitantes de
las zonas de la ‘ordeña’, que toman lo que pueden del combustible robado para
poder venderlo y ganar algo.
Todos estos factores han hecho que el robo de combustible sea ya un
problema real, no solo de finanzas pública, sino de seguridad nacional.
El robo de combustibles es un crimen viejo que ha entrado en el ojo del
huracán, impulsado claramente por la cúpula militar, la cual no puede permitir
que un crimen en contra de sus elementos quede impune.
Mientras las autoridades deciden ponerse a trabajar, el país seguirá
perdiendo miles de millones de pesos y el crimen organizado seguirá tomando la
vida de aquellos que intentan detenerlos.