Hola a todos, les escribe de nuevo su amigo Satrianivai04. En esta ocasión vengo a hablarles sobre un tema que estuvo en la boca de todos durante las últimas semanas. Me refiero al partido entre México y EE.UU. del pasado Miércoles 16. Así que analicemos este tema.
Si bien es cierto que este tópico no es exactamente de política, si representa una forma interesante del comportamiento mexicano. El futbol forma ya parte la vida social y cultural de nuestro país. Cada vez que juega la selección, las pasiones se desbordan, las emociones se exaltan y claro, los comerciales aumentan significativamente.
Si bien es cierto que el partido se jugó el 16 en el azteca, esta ya había comenzado semanas atrás, pero en los medios de comunicación. Las ya tradicionales guerras de declaraciones le pusieron un toque extra al encuentro. Comentarios sobraban de cual seria la probable alineación, como se debía jugar, que jugadores deberían de haber sido convocados en fin, todo lo que rodea al futbol. Cualquier aficionado de “hueso colorado” sentía un extraño sentimiento de nerviosismo/pesimismo. Y no era para menos, México se enfrentaba nada menos que a la selección sub campeona de la copa confederaciones la cual, por extrañas coincidencias de la vida, era la siempre odiada selección estadounidense. La cual ya nos había agarrado de su “cliente”, pero que nunca había ganado en el estadio Azteca. Y la consigna era que no lo consiguiera en este momento.
Como no hay fecha que no se cumpla, el día del esperado partido llegó. Era momento de sacar la “chelas” y “ponerse la verde”, que México estaba a punto de jugar. El miércoles 16 de agosto de 2009 empezó como cualquier día laboral normal. La gente se despertó muy temprano en la mañana para ir a trabajar o a la escuela. El trafico habitual se hacia presente, las multitudes se aglomeraban en los transportes públicos. Era un día cualquiera. Pero a las 3 de la tarde, todo fue distinto. Una parte importante del país se paralizó totalmente. Las televisiones se prendieron, se encendieron los radios, se juntaron las familias, los amigos. Era tiempo de ver jugar a la selección.
Horas antes un inusual movimiento se reportaba en las inmediaciones del “coloso de Santa Ursula”. Un importante numero de personas, vestidos casi en su mayoría de con la playera mexicana se dieron cita en el monumental estadio. Pese a los malos resultados, muchos tenían la esperanza de ver triunfar al “tricolor” y acudieron a dar su apoyo. Eran el jugador numero 12.
Minutos antes de las 3, los jugadores salieron a la cancha. Había llegado la hora de la verdad. Al momento de ser entonados lo himnos, el mexicano fue cantado con un gran sentimiento, mientras el estadounidense fue lamentablemente abucheado por un neandertal sector del estadio.
En punto de las 3 de la tarde, la batalla dio inicio. Los primeros minutos fueron emocionantes y trepidantes. Un par de disparos mexicanos emocionaron a la multitud. Había esperanzas de ganar. Pero al minuto 8, los gritos fueron abruptamente ahogados. Estado Unidos había pegado primero. Davies, ha pase del odiado Donovan, había hecho el primer gol del encuentro. El peor escenario se estaba dando. Pero un soberbio gol de Israel Castro devolvió la esperanza a los corazones mexicanos. El juego fue ríspido, y de un claro dominio mexicano. Pero no fue si no hasta el minuto 81 que la alegría se desbordó por el estadio, ya que con un gol de Miguel Sabah el juego finalmente se sentenció. México lograba la ansiada victoria. Los tumultos en el ángel (y también desmanes) no se hicieron esperar. Había que celebrar.Si bien es cierto que este tópico no es exactamente de política, si representa una forma interesante del comportamiento mexicano. El futbol forma ya parte la vida social y cultural de nuestro país. Cada vez que juega la selección, las pasiones se desbordan, las emociones se exaltan y claro, los comerciales aumentan significativamente.
Si bien es cierto que el partido se jugó el 16 en el azteca, esta ya había comenzado semanas atrás, pero en los medios de comunicación. Las ya tradicionales guerras de declaraciones le pusieron un toque extra al encuentro. Comentarios sobraban de cual seria la probable alineación, como se debía jugar, que jugadores deberían de haber sido convocados en fin, todo lo que rodea al futbol. Cualquier aficionado de “hueso colorado” sentía un extraño sentimiento de nerviosismo/pesimismo. Y no era para menos, México se enfrentaba nada menos que a la selección sub campeona de la copa confederaciones la cual, por extrañas coincidencias de la vida, era la siempre odiada selección estadounidense. La cual ya nos había agarrado de su “cliente”, pero que nunca había ganado en el estadio Azteca. Y la consigna era que no lo consiguiera en este momento.
Como no hay fecha que no se cumpla, el día del esperado partido llegó. Era momento de sacar la “chelas” y “ponerse la verde”, que México estaba a punto de jugar. El miércoles 16 de agosto de 2009 empezó como cualquier día laboral normal. La gente se despertó muy temprano en la mañana para ir a trabajar o a la escuela. El trafico habitual se hacia presente, las multitudes se aglomeraban en los transportes públicos. Era un día cualquiera. Pero a las 3 de la tarde, todo fue distinto. Una parte importante del país se paralizó totalmente. Las televisiones se prendieron, se encendieron los radios, se juntaron las familias, los amigos. Era tiempo de ver jugar a la selección.
Horas antes un inusual movimiento se reportaba en las inmediaciones del “coloso de Santa Ursula”. Un importante numero de personas, vestidos casi en su mayoría de con la playera mexicana se dieron cita en el monumental estadio. Pese a los malos resultados, muchos tenían la esperanza de ver triunfar al “tricolor” y acudieron a dar su apoyo. Eran el jugador numero 12.
Minutos antes de las 3, los jugadores salieron a la cancha. Había llegado la hora de la verdad. Al momento de ser entonados lo himnos, el mexicano fue cantado con un gran sentimiento, mientras el estadounidense fue lamentablemente abucheado por un neandertal sector del estadio.
Pasada la euforia, tuvimos que volver a la realidad. Esa realidad desesperante de todos los días. Asaltos, secuestros, desempleo, hambre, todos aquellos sentimientos que nos hizo olvidar la selección volvieron. Al día siguiente todo volvió a la normalidad. Las personas salieron a trabajar, los jóvenes volvieron a la escuela (los niños no ya que estaban de vacaciones), el país seguía como todos los días.
El buen resultado se convirtió en portada de todos los medios de comunicación. Nos hacia revivir la euforia del día anterior. Pero, al igual que cualquier recuerdo, este quedó en el pasado y la vida sigue normalmente. El desempleo sigue en aumento, los crímenes no bajan, la economía no se recupera, pero eso si, Calderón felicita a Javier Aguirre por el buen resultado.
Pese al triunfo no se puede decir que México tiene un buen futbol. Con una liga que premia la mediocridad, y un pésimo trabajo de fuerzas básicas nos hacen pensar que el campeonato sub 17 fue solo una estrella fugaz en el futbol mexicano, y nos hacen ver con lejanía un campeonato mundial mayor.
Su servidor vio el partido por la señal de la televisora del Ajusco. La cual, a mi parecer, fue una reverenda mentada de madre a los aficionados mexicanos. Con mas de 100 comerciales durante la transmisión del partido, no sabias si estabas viendo jugar a la selección, o si era la hora de los infomerciales. Verdaderamente asqueroso.
Pese a lo que muchos afirmen, el futbol no es un medio de control social. Ya que ese “control” solo dura unas horas y al final de el, inevitablemente volvemos a la triste realidad. A la realidad mexicana.
Bueno, eso es todo por mi parte. Se despide de ustedes su amigo Satrianivai04, hasta mi próxima entrada. Adiós.
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