viernes, 16 de octubre de 2009

Corto circuito a LyFC

Hola a todos.


Prácticamente todos lo anunciaban, muchos lo pedían con desesperación, y otros sencillamente lo veían venir. El pasado sábado 10 de octubre de 2009, con un decreto presidencial, y con la toma de sus instalaciones por parte del gobierno federal, se dio la tan anunciada (y esperada) liquidación de luz y fuerza del centro (LyFC).

Toda la operación se llevo durante el sigilo de la noche de octubre, misma que coincidía con el pase de México al mundial de Sudáfrica 2010.


La liquidación se dio finalmente después de un larguísimo proceso de más de 30 años, ya que no debemos olvidar que fue el ex presidente Luis Echeverria el que en 1974 autorizó la liquidación de LyFC, pero que debido a razones políticas y sobre todo electoreras, nunca se decidió dar el paso final. Tuvo que venir el pequeño inquilino de los pinos, y hasta el 2009, para bajar el switch permanente.


Pese a que fue una acción un tanto drástica, a nadie sorprende la acción emprendida por el gobierno federal. La empresa reportaba pedidas enormes. Tan solo de presupuesto, le costaba al estado 42 mil millones de pesos, mas aparte las tarifas que esta cobraba por el deficiente servicio que brindaba.


Mucho se ha hablado de lo que esta acción representa para la vida pública y sindical del país. Hay quienes afirman que este acto es una clara violación a la autonomía sindical, y que es el comienzo de la privatización del sector eléctrico en el país. Otros en cambio afirman que es el inicio del fin de los privilegios sindicales. Tal vez ambos tengan razón, o ambos estén equivocados.


El servicio de la ex paraestatal era malo. Contaban con equipos tecnológicamente atrasados, lo que hacia el trabajo difícil y peligroso. Los cobros excesivos, a veces superaban los miles de pesos a usuarios domésticos, malos tratos a la hora de pagar y sobre todo de reclamar. En fin, una interminable lista de quejas que demostraban la ineficiencia de la empresa.


El gobierno esta en su derecho de liquidar a una empresa a todas luces ineficientes. El problema aquí, es el despido de más de 44 mil personas que laboraban ahí, y en plena crisis. ¡Gracias a dios que Calderón es el presidente del empleo!


Pero vayamos por partes. Si bien es cierto que hay cosas muy discutibles sobre las razones que se dieron como justificación del cierre de LyFC, hay otras sencillamente indefendibles. Por ejemplo, LyFC operaba con cerca de 44 mil empleados, mientras que la CFE pretende realizar ese mismo trabajo con solo 9 mil empleados. Es decir, se operaba con casi 5 veces la cantidad necesaria de empleados. Ninguna empresa del mundo puede sobrevivir a tal explotación.


Las prestaciones que ganaban los trabajadores, si bien no eran ilegales, eran a todas luces excesivas, y que para colmo se exhibían como triunfos sindicales. La equinoterapia es algo que no le puede faltar a ningún empleado. Pero hay algo que no debemos perder de vista. Para que haya un contrato colectivo de trabajo, se necesitan 2 firmas. Una de las firmas es obviamente la del sindicato, mientras que la otra es la del gobierno. Es decir, el mismo gobierno que critica los excesos sindicales es el mismo que firmo y autorizó esos excesos. Cosas del destino.


Y finalmente la energía. Por cuestiones tanto técnicas y sobre todo legales, LyFC solo produce el 3% de la energía que vende. El resto la compra a la CFE, para después revenderla a un precio mayor. Además LyFC tiene una perdida de 30% de su energía, lo que es el triple de lo que pierde CFE, que es de 10%. Así que la empresa era indeficiente, y se hizo lo que se haría con cualquier empresa ineficiente. Una empresa, que en el mundo de los mortales (entiéndase como no burócratas/síndicos) hubiera quebrado, no lo hacia por el rescate constante de los gobiernos. Sencillamente sucedió algo que era inevitable.

Y de la fibra óptica, ese es un tema aparte, del cual hablaremos luego.


La voz del pueblo, y gran parte de las plumas nacionales, piden a gritos la cabeza de Gordillo y Deschamps. Pero desafortunadamente no es tan sencillo. Primero que nada Gordillo y Deschamps son aliados políticos casi incondicionales del gobierno federal y de los gobiernos priistas respectivamente. Además, no es lo mismo liquidar a 44 mil empleados que son más o menos fáciles de reemplazar, que liquidar a 1 millón de maestros. Los reclamos de la sociedad son justos, pero no esperemos ver acciones dentro de algún futuro cercano, y si acaso se llegaran a dar, no serian ni remotamente tan drásticas como las de LyFC.


Las marchas ya empezaron, y seguirán por un largo rato. Por lo que hay que apoyar a los empleados despedidos, pero hay que repudiar con todos los medios posibles a los hampones de los dirigentes sindicales. Aquellos personajes que en plena crisis, inauguran gimnasios de millones de pesos. Además de los populistas multicolores que so pretexto de apoyo al derecho sindical, solamente buscan sacar raja política/electoral. Martín Esparza debe irse, seria lo más sano para este conflicto. Pero con millones de pesos en juego, eso parece imposible.


Esta es solo la punta del iceberg de un conflicto que se ve va a durar mucho tiempo. Saquen los antiácidos, que los corajes estarán a la orden del día.


Bueno, eso es todo por mi parte. Me despido. Hasta mi próxima entrada. Adiós.

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